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Greenme#50 Así se forjará el éxito empresarial

Podemos afirmar que enfrentamos dos grandes retos como humanidad: El cambio climático y la inclusión social. El primero compromete el entorno, las bases físicas, el capital natural al que estamos irremediablemente conectados como especie. El segundo incide directamente en el capital humano, en nosotros mismos, compromete nuestra esencia como capital social, nuestras relaciones, nuestras transacciones y, por tanto, nuestro encaje, riqueza y felicidad. Las consecuencias de ambos problemas tienen su eco en la complejidad y erosionan pilares fundamentales como el humanismo, el liberalismo o la democracia.

 

El cambio climático es sin duda una agrupación de males. No queremos enfocarnos únicamente sobre las emisiones de gases de efecto invernadero, si no que bajo el paraguas del calentamiento global queremos incluir todos aquellos elementos críticos que están afectando a nuestra relación con el entorno o, mejor dicho, comprometiendo las condiciones optimas de bienestar de nuestro entorno. Estos elementos críticos son, por ejemplo, la contaminación plástica, la pérdida de biodiversidad, el ciclo del agua, la ingente generación de residuos y un largo etcétera.

 

La inclusión social agrupa todos aquellos retos e inquietudes - combinaciones de incertidumbre, frustración y resentimiento - derivados de la pérdida, o de la sensación de pérdida de ese contrato social fraguado en la segunda mitad del s. XX al calor del estado nación y las democracias liberales: empleo de calidad, educación, sanidad, seguros de desempleo, pensiones, etc.


Estamos perdiendo la cohesión que sostiene nuestro bienestar, enfrentando incertidumbres crecientes debido a desafíos ambientales como eventos climáticos extremos, contaminación por microplásticos y pérdida de biodiversidad, que minan los cimientos de nuestro bienestar. A esto se suma la amenaza a nuestras estructuras sociales y económicas por el avance tecnológico, tensiones geopolíticas, pandemias e inflación, incrementando la incertidumbre sobre nuestro futuro.

 

Ahora más que nunca, es crucial que nuestras actividades, actualmente regidas por indicadores puramente económicos, empiecen a perseguir beneficios más amplios. Para las empresas buscar beneficios climáticos y sociales es y será clave para el éxito empresarial – minimizar el impacto, aumentar la adaptación y resiliencia, regenerar la biodiversidad, retener talento a través de políticas que giren entorno al talento, hacer negocios entre buenas personas y fomentar la inclusión social son solo algunas razones que sin duda acompañarán al ebitda en la búsqueda constante de rentabilidad.

 

También es importante que los inversores estén alineados. De hecho, lo están más que nunca. Los inversores exigen criterios medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) en sus participadas y mantienen un seguimiento obligado, fomentando la creación de informes y métricas cada vez más refinadas que darán lugar a nuevos entornos financieros con más carácter y rigor ESG. Ya no solo se preguntará por la facturación, sino también por el porcentaje de carbono evitado, la biodiversidad en los ecosistemas donde llevamos a cabo nuestra actividad, o el caracter regenerativo de nuestro modelo de negocio.

 

Pero esto no se queda aquí. Cada vez más inversores han aumentado su visión sobre la rentabilidad. Es obvio que se busque la rentabilidad financiera, pero también se necesita invertir en unas buenas condiciones de vida en el Planeta, y en una sociedad cohesionada, capaz de generar bienestar a sus miembros. en otras palabras, no solo se busca rentabilidad, sino también un entorno positivo, un buen legado, donde poder disfrutarla.

 

Además, y como colofón, tenemos muy poco tiempo. Eso hace imperativo que la innovación haga su trabajo. No solo se necesitan empresas comprometidas, que integren la sostenibilidad en su modelo de negocio, si no también nuevos modelos de negocio, modelos de negocio innovadores que representen soluciones antes los problemas climáticos y sociales que y, como nos va la vida en ello, no tenemos la menor duda que crearan mercados billonarios.


¿y cómo lo hacemos todo esto? Es una muy buena pregunta.

 

Estamos convencidos que es posible armonizar el crecimiento con la sostenibilidad, transformando el concepto de desarrollo sostenible en una realidad tangible y efectiva. Para lograrlo, es fundamental que las estrategias de sostenibilidad se integren plenamente con las estrategias corporativas, formando una visión unificada. Además, la gestión de riesgos debe expandirse para abarcar tanto los riesgos físicos asociados a eventos climáticos como los de transición, asegurando una adaptación eficaz de las empresas a los cambios venideros. Es crucial mantenernos actualizados sobre todas las novedades y futuras regulaciones y legislaciones. Innovar en nuestras estrategias de descarbonización, economía circular y biodiversidad, así como en inclusión social, es esencial. Y, por supuesto, todo esto debe realizarse de manera robusta, confiable y eficaz, lo que nos permitirá forjar identidades de marca sólidas y comunicar exitosamente nuestros avances en un tema tan complejo y a menudo controvertido.

 

Otra manera de hacer negocios es posible, y rentable


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