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Newsletter #44 - Lo de los pellets, es mi culpa

Actualizado: 5 mar

Vivimos en un mundo de causas y efectos. Los efectos son palpables y empíricos, datos concretos que sentimos. Sin embargo, las causas son más escurridizas debido a su naturaleza poliédrica; son sistemas complejos que no deberían simplificarse a sus componentes básicos, ni explicarse desde perspectivas sesgadas por intereses particulares para forjar una narrativa específica, debemos buscar el origen, la razón, la verdad. En nuestro esfuerzo constante por explicar el mundo, el reduccionismo nos acarrea más problemas que soluciones.


Los pellets de plástico (que no deben confundirse con los pellets de biomasa, pequeños cilindros hechos de serrín para estufas o calderas y completamente inofensivos) son pequeñas esferas poliméricas de menos de 5 mm de diámetro. Se obtienen a partir del gas natural o el refino de petróleo en la industria petroquímica, están compuestos principalmente de polietileno (PE), polipropileno (PP), poliestireno (PS), cloruro de polivinilo (PVC) y diversas resinas sintéticas y se utilizan como materia prima en la fabricación de todo tipo de objetos cotidianos: botellas de plástico (agua, detergentes, etc.), recipientes de plástico de todo tipo y condición, bolsas de plástico, utensilios de cocina, juguetes, fibras para la industria textil, componentes de vehículos, equipamiento médico, artículos de oficina, equipamiento deportivo, elementos de construcción y decoración, productos de embalaje y protección e incluso en la industria cosmética (y un largo etcétera). Estos pellets se funden y moldean mediante diversas técnicas (extrusión, inyección, soplado, rotomoldeo) creando dichos objetos.



Ante esta información, surgen otros puntos de vista en torno al vertido de pellets que afecta las costas atlánticas y cantábricas de la península ibérica. La búsqueda de responsables, a menudo oculta por motivaciones evidentes, opaca la búsqueda de soluciones. Las medidas más urgentes (además de buscar culpables por competencia en eventos políticos) se centran en minimizar el impacto, a través de limpiezas casi hercúleas. Sin embargo, las consecuencias de estos vertidos son un mal endémico independientemente de este tipo de accidentes. Podríamos afirmar que se producen vertidos constantes, cada hora, cada minuto, por el mero hecho de usar plástico en nuestro día a día. Cada año se vierten al mar 8 millones de toneladas de plástico a nivel mundial. descomponiéndose gradualmente en pequeñas partículas e incluso en formas microscópicas (microplásticos y nanoplásticos), invadiendo organismos vivos e inertes del ecosistema y llegando a formar parte de toda la cadena trófica, incluso llegan a pasar de una madre a un feto.



Por lo tanto, no es adecuado juzgar este fenómeno desde una perspectiva reduccionista o de un interés particular, ya que las causas reales del plástico deberían buscarse en todos los ámbitos de nuestra sociedad, puesto que su uso es un pilar de nuestro estilo de vida moderno (o post-moderno). Podemos afirmar que el plástico es un pilar fundamental para afrontar nuestras rutinas de manera eficiente y cómoda, en todos los estadios que conforman nuestra funcionalidad. Repasemos nuevamente los objetos fabricados con estos pellets: botellas, recipientes, bolsas de plástico, utensilios de cocina, juguetes, fibras para la industria textil, componentes de vehículos, equipamiento médico, artículos de oficina, equipamiento deportivo, elementos de construcción, productos de embalaje y protección, e incluso productos cosméticos… ¿nos suenan? El plástico posee propiedades únicas que proporcionan excelentes características a todos estos objetos y, además, es extremadamente barato, de ahí que el Antropoceno se caracterice por la contaminación plástica...


Si buscamos culpables, basta con mirarnos al espejo, sin embargo, cada vez estamos más concienciados, tal vez vemos complicado salir del charco donde nos hemos metido, pero como diría Elon Musk “Muchas cosas son improbables, solo unas pocas imposibles”.


Una vez asumida nuestra responsabilidad y entonado el mea culpa, debemos centrarnos en resolver uno de los grandes desafíos que enfrentamos como humanidad: entender los beneficios de los plásticos e intentar, a través de la innovación, solucionar sus terribles efectos sin comprometer nuestro progreso y desarrollo, sin poner en peligro el bienestar social. En otras palabras, hacer que la expresión “desarrollo sostenible” deje de ser un oxímoron de una vez por todas. Este es nuestro trabajo y de nuevo se requiere de innovación e inspiración, un trabajo en equipo que no solo necesita de emprendedores, sino de capital que les ayude a despegar.


Como diría Lyndon Johnson “no hay problema que no podamos resolver juntos, y muy pocos que podamos resolver por nosotros mismos”



Mirando hacia el futuro, vemos innovación que necesita ser potenciada. En España: Bio2coat (desarrollada y creada por investigadores de la UPC) que busca crear “una segunda piel” sostenible (incluso comestible) para proteger a los alimentos durante el transporte y eliminar los plásticos de la ecuación y Feltwood, empresa emergente que fabrica un nuevo material moldeable fabricado únicamente con fibras vegetales provenientes de mermas agrícolas y alimentarias, una alternativa al plástico renovable, reciclable y biodegradable. En el Reino Unido, tenemos a Notpla (cuyo fundador es español), una empresa realmente innovadora que pretende hacer desaparecer el packaging, literalmente. Busca crear “plásticos” con las mismas propiedades y costos, pero a partir de algas marinas, haciéndolos super biodegradables e incluso comestibles y saludables.


OTRA MANERA DE HACER NEGOCIOS ES POSIBLE Y RENTABLE.


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Gracias


Nos vemos pronto

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1 comentario


Ferran Esturgo
Ferran Esturgo
26 mar

Top el artículo. Gracias.😀

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